La Sombra en el Umbral, Mi propia experiencia paranormal que me da miedo recordar..

arturox44

Super Administrador
Miembro del equipo
Te contaré algo que me pasó hace unos años. Algo que no suelo compartir, porque cada vez que lo recuerdo, siento un escalofrío recorrerme la espalda. Todo comenzó cuando un grupo de amigos me convenció de ir a explorar una casa abandonada en medio del bosque. Yo siempre había sido escéptico con las historias de fantasmas, pero esa noche… esa noche cambió todo.

Era una tarde de otoño, y el aire tenía ese frío penetrante que anuncia que el invierno está cerca. Mis amigos y yo habíamos escuchado historias sobre esa casa. Supuestamente, nadie había vivido allí por décadas, y se decía que cosas extrañas sucedían a los que se atrevían a cruzar su umbral. Ruidos inexplicables, sombras que se movían por los pasillos vacíos, e incluso desapariciones. Pero, como te dije, yo no creía en esas cosas. Pensé que sería divertido.

Llegamos justo antes de que el sol se escondiera por completo. El bosque ya estaba oscuro, y lo único que rompía el silencio eran nuestras risas nerviosas. La casa, vieja y destartalada, se erguía entre los árboles como una sombra amenazante. Las ventanas estaban rotas, y la puerta principal estaba apenas colgada de sus bisagras. Algo en ese lugar me hizo sentir incómodo desde el primer momento, pero no quise decir nada. No quería parecer un cobarde.

Entramos. El aire dentro estaba viciado, como si no hubiera circulado en años. El crujir de nuestras pisadas sobre el suelo de madera era lo único que se escuchaba. Mis amigos se movían rápido, explorando las habitaciones y tomando fotos. Yo, en cambio, me quedé rezagado en el vestíbulo, mirando las escaleras que conducían al piso superior. Había algo en esas escaleras… no sabría decir qué era, pero me sentía como si algo, o alguien, me estuviera observando desde lo alto.

Decidí subir. No sé por qué lo hice, pero sentí una especie de atracción, como si algo me llamara. Los escalones crujían bajo mis pies, y a mitad de camino, escuché un susurro. Me detuve en seco. "¿Hola?", pregunté, pensando que alguno de mis amigos me estaba gastando una broma. Pero no hubo respuesta. Solo el silencio pesado y opresivo.

Cuando llegué al segundo piso, sentí que el aire era más denso. Hacía más frío también, mucho más frío. Vi un pasillo largo y oscuro con varias puertas a los lados. La última puerta, al fondo, estaba entreabierta. De nuevo, esa sensación de ser observado me invadió. Decidí acercarme, aunque mi instinto me gritaba que diera media vuelta.

Cuando llegué a la puerta, la empujé suavemente. Crujió al abrirse, y lo que vi me dejó paralizado. Era una habitación vacía, pero en el centro del suelo había una figura dibujada con lo que parecía ser ceniza. Parecía una especie de símbolo, uno que no reconocía. El aire en la habitación estaba aún más frío, tanto que podía ver mi aliento. Y entonces, de repente, la puerta se cerró de golpe detrás de mí.

Intenté abrirla, pero no se movía. Era como si estuviera atrapado. Mi corazón comenzó a latir con fuerza, y el miedo se apoderó de mí. Escuché pasos detrás de mí, pero cuando me giré, no había nadie. Pero sabía que no estaba solo. Sentía una presencia. Algo estaba allí conmigo, y no era humano.

De pronto, escuché un murmullo, más claro esta vez. Era una voz, pero no era en español. Sonaba como un idioma antiguo, algo que no podía entender. Sentí una presión en el pecho, como si algo invisible me estuviera aplastando. Caí de rodillas, luchando por respirar. Fue entonces cuando la temperatura en la habitación bajó aún más, y una figura apareció en la esquina.

Era alta, oscura, casi como una sombra, pero con forma humana. No tenía rostro, solo una oscuridad que absorbía toda la luz. Y esa cosa… se movió hacia mí. No caminaba, solo… flotaba. No podía moverme, estaba congelado por el terror. Y entonces lo escuché, un susurro, justo en mi oído: "Vete".

No necesité más. De alguna manera, la puerta se abrió y salí corriendo. Bajé las escaleras tan rápido como pude y salí de la casa, casi tropezando con la entrada. Mis amigos me miraron confundidos, preguntándome qué me pasaba. Pero no pude decirles nada. Apenas podía hablar. Solo les dije que teníamos que irnos.

Desde esa noche, no volví a ser el mismo. No puedo dejar de pensar en esa figura, en esa voz. A veces, en las noches más oscuras, siento que algo me observa, aunque sé que estoy solo. He tratado de olvidar lo que pasó en esa casa, pero cada vez que cierro los ojos, veo esa sombra. Y sé que, de alguna manera, aún está ahí, esperándome.
 
Atrás
Arriba