Carlos trabajaba como guardia nocturno en un viejo edificio de oficinas en el centro de la ciudad. Aunque el trabajo era tranquilo, había algo inquietante en los largos pasillos y los grandes espejos que adornaban las paredes. Una noche, mientras hacía su ronda habitual, algo inesperado ocurrió.
Caminando por el tercer piso, Carlos pasó junto a uno de los grandes espejos del pasillo. Al echar un vistazo rápido, vio su reflejo, pero algo estaba mal. Había una figura justo detrás de él. Un hombre alto, con un sombrero y un abrigo negro, que parecía estar observándolo fijamente. Sobresaltado, se dio la vuelta de inmediato, pero no había nadie. Convencido de que su mente le jugaba una mala pasada, decidió ignorarlo y seguir con su ronda.
Sin embargo, esa no sería la única vez. Cada noche que pasaba frente a ese espejo, veía al hombre detrás de él, cada vez más claro, como si estuviera más cerca. Incluso intentó cambiar su ruta para evitar el espejo, pero el hombre del sombrero seguía apareciendo en otros espejos del edificio.
Un día, al hablar con uno de los empleados más antiguos del edificio, Carlos descubrió una inquietante historia: años atrás, un hombre que trabajaba en ese mismo lugar había sido encontrado muerto en su oficina. Se decía que era muy reservado, siempre vestido de negro, y que nadie sabía mucho sobre su vida personal. Desde entonces, el edificio había estado envuelto en rumores sobre su fantasma.
Carlos dejó su trabajo poco tiempo después, convencido de que lo que veía no era producto de su imaginación, sino algo mucho más oscuro.
Caminando por el tercer piso, Carlos pasó junto a uno de los grandes espejos del pasillo. Al echar un vistazo rápido, vio su reflejo, pero algo estaba mal. Había una figura justo detrás de él. Un hombre alto, con un sombrero y un abrigo negro, que parecía estar observándolo fijamente. Sobresaltado, se dio la vuelta de inmediato, pero no había nadie. Convencido de que su mente le jugaba una mala pasada, decidió ignorarlo y seguir con su ronda.
Sin embargo, esa no sería la única vez. Cada noche que pasaba frente a ese espejo, veía al hombre detrás de él, cada vez más claro, como si estuviera más cerca. Incluso intentó cambiar su ruta para evitar el espejo, pero el hombre del sombrero seguía apareciendo en otros espejos del edificio.
Un día, al hablar con uno de los empleados más antiguos del edificio, Carlos descubrió una inquietante historia: años atrás, un hombre que trabajaba en ese mismo lugar había sido encontrado muerto en su oficina. Se decía que era muy reservado, siempre vestido de negro, y que nadie sabía mucho sobre su vida personal. Desde entonces, el edificio había estado envuelto en rumores sobre su fantasma.
Carlos dejó su trabajo poco tiempo después, convencido de que lo que veía no era producto de su imaginación, sino algo mucho más oscuro.